La relación duro dos años. El primero fue excelente, descubrí una persona muy intensa por la vida, que pocas veces se dejaba detener por algo o alguien y tal vez eso mismo hizo que el segundo año fuese como un barco a la deriva en el que a grandes pasos nos distanciamos a pesar de mis esfuerzos por evitarlo.
Dí mucho de mi y luche por salvar algo irrecuperable - Los planes de boda, la promesa de un hogar para ambos y una vida con grandes espectativas (al menos de mi lado) no lograron sostenernos y para cuando me dí cuenta que eramos un trío en donde dos eran muy felices y yo un imbécil ya estaba bastante destrozado.
Tuve oportunidad de retirarme antes de la catástrofe pero el corazón no escucha a la cabeza y el que asoma la cabeza se presta para que le den y a mi me dieron una paliza. Me sentí devastado, acabado y use toda mi energía por cavar un hueco enorme del que ojala me ahogara en mi propia lastima y no pudiese encontrar la salida - mi espíritu se desvaneció, mi orgullo y mi felicidad por mis propias manos.
Meses después unos amigos me sacaron de mi cueva de lastima y me llevaron al cine con la esperanza de que mi humor mejorara, yo estaba sentado esperando entrar a la sala, callado, mirando hacia al piso - sin aviso mi mejor amigo se levanto y me encaro, me dijo algo mas o menos así;
- "estoy harto de esta maldita lastima, de la auto compasión, de que te hagas el pobrecito... que te tengamos que tener lastima para respetar tu auto miseria! eso no existe, el pobre de mi No existe! Uno es el que decide vivirlo."
Sentí que recogía mi cabeza del piso, me tomo mas tiempo del que creí enderezarme y ver hacia el frente - cosa que me asusto por que me di cuenta que tan profundo había cavado mi fosa - fue de esos momentos únicos que la vida te patea en los huevos y te enseña algo que ya sabias - que boicotarse es mas fácil que aceptar los incontrolable.
La lección no la olvido, de hecho de las actitudes que mas odio en la vida es la del pobrecito - por que nos encanta que nos tengan lastima, que nos tomen como cachorritos y nos abracen y vistan como príncipes. Cuesta mucho no dejarse caer en la tentación del pobre de mi - cuando en realidad nadie nos esclaviza, las desiciones las tomamos nosotros mismos y para bien o para mal hay que aprender a tragar el ácido de las mismas. Y que siempre podemos levantarnos, es una cuestion de actitud.
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