mosca

Toda la vida he aborrecido a las moscas, me parecen despreciables, sucios seres que se regodean en la inmundicia.

No logro comprender como un insecto desearía vivir en tales condiciones, que le atrae a formar su circulo de vida alrededor de la carroña y muerte.

Seres tan poco populares que han desarrollado una increíble capacidad de reacción ante la respuesta de cada uno de nosotros al verlas - matarlas. 

En cada mosca existe la necesidad de escapar, nos perciben como un peligro, todas ellas menos esta joven mosca que visita mi cuarto, y se posa en mi teclado como si estuviese interesada en lo que escribo, lo que muestra el monitor, desde el filo del escritorio ve mis dedos presionar las teclas como si este acto la entretuviese - compartiendo este rato a solas conmigo.

La ahuyento mas no se atemoriza, al parecer no entiende mi desprecio hacia su clase, le hago ademanes agresivos, espero que entienda y vuele lejos sin obtener respuesta alguna.

Ahogado en mi falta de paciencia la golpee, tarea fácil pues no opuso resistencia, no quiso huir, cayó golpeada sobre el escritorio - se quedo unos minutos inmóvil, como recuperando la vida o perdiéndola. Sentí mal mi accionar, por no querer entender su falta de miedo hacia mi.

La veo recuperarse poco a poco, hace vuelos cortos y luego cae al piso boca a bajo, como si mi golpe le hubiese dañado algo por dentro - algo mas que una herida a su cuerpo.

Ya no se me aproxima, se queda en una esquina en le suelo, me parece que ya no confía mas en mi, que joven aprendió la lección que casi le cuesta la vida. 

Quisiera que se recuperara, que viva y cumpla su destino, que sea una mosca diferente, una que vive sin miedo y cree que podemos compartir este espacio sin odiarnos.

En su inocencia me muestra que debo aprender a pensar mas antes de reaccionar - mas si es con violencia.

- la foto es de la mosca en cuestión - prueba de que aun vive.

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