Voy en el auto camino a Escazú, por el cruce de la fabrica Paco, un poco nervioso por que había tomado tres o cuatro cervezas y aunque es una cantidad que no lograría embriagarme siento algo de sueño, mis brazos están ligeros y la cabeza tiende a irse para atrás, trato de abrir los ojos pero me cuesta demasiado.
En un descuido logro percatarme un segundo tarde que mi pie ha presionado demasiado rápido el acelerador, y no solo eso, mi maniobra implica invadir el carril contrario para lograr ese cruce a la izquierda e ingresar al parqueo. No se por que lo hice, sencillamente presione rápidamente el acelerador sin pensarlo....
Uno, dos ruidos, todo se sacude, me bajo del auto para presenciar la magnitud del choque, - al parecer ambos tratamos de parquear en el mismo campo - me dice el sujeto que tranquilamente se baja de su auto, el que destruyo mi parabrisas trasero, el bumper y la cajuela. Mi primera reacción es recordar las cervezas que tome y sin decir nada huyo de la escena a pie en búsqueda de un café para ver si logro engañar esa maquinita alcolemica de la policía. El primer quisco cerrado, el segundo también, el tercero no vendía café... Cruce la calle y camine como cuatro o cinco cuadras buscando un lugar que me vendiera el café mas fuerte del mundo, encontré uno, ya había cerrado pero accedieron a darme un café asqueroso lleno de costra, lo bebí sin titubear.
Cuando baje la tasa a la mesa me di cuenta que estaba soñando, era sencillamente una pesadilla por que nada tenia sentido, como era posible que el sujeto del otro auto estuviera tan tranquilo, que me hubiese dejado irme sin reproches... No había otra explicación, un sueño.
Sentí un gran alivio, de esos que se sienten cuando te das cuenta que no paso nada malo y que en la cochera esta el auto intacto, que no fuiste imprudente. Fui a buscar a Rodolfo y Greivin para contarles la historia. Nos vimos en una calle empinada, de tierra que describía un camino viejo que subía la montaña, era de noche y las luces del auto iluminaban los arboles a ambas orillas del camino.
Subíamos aceleradamente, conversabamos sobre la cima, que tan alta era y a donde llevaba, quien había descubierto ese paraje, de nuevo me pesaban los ojos, sonó el teléfono... me volví a sentir mareado, mi cabeza trataba de levantarse sin éxito, nuevamente el teléfono... me pregunte de quien era este auto, no lo conocía! desde cuando nosotros tres hacemos este tipo de viajes? una tercera vez el timbre del teléfono... mi mano empezó a buscar, estaba al lado, debajo de la cobija - ya es hora - me dijo una voz. Me quede callado por un momento y mi mente solo acato a decir - gracias, ya voy. -
Me incorpore en la cama e inicie la rutina de cada mañana, alimente a las perras, me duche, tome el auto, llegue al trabajo, un cigarro, cereal y café, mi escritorio, la computadora, el aire acondicionado haciendo un ruido como de olas, este post... Seguiré soñando?...