Vivir en sueño o vivir soñando. No ser un soñador, un momento que no es referente a un periodo de bonanza. Me refiero a vivir como con la cara dormida y la mirada perdida, pero no en sueños si no en un panorama que pueda que sea tan real como una proyección en una tela ligera, flexible, adaptable a cualquier forma de la naturaleza. Una tela con ciertos olores y sensaciones, que permite tanto al viento como al sol traspasarle para poder sentir frió o calor.Ir avanzando y sentir una leve vibración en las piernas, que no es de pasos por que en realidad no vas caminando. Como si la tela fuera la que se mueve y vos estático en una silla y los pies no tocan el piso. Y los momentos pasan como fotos instantáneas que duran menos de un segundo y por eso no se quedan en la memoria. La tela se enrolla una y otra vez creando una sucesión de imágenes que dan la percepción de eventos, vivencias.
Un simulacro de desplazamiento, mas mental que físico y el calor alrededor de los ojos, como si un vaho saliera tras de ellos y hay que cerrarlos un poco. Ver unas manos que se mueven casi con voluntad propia y esa sensación que no son las de uno, lucen como ellas pero hay algo diferente; en los poros, en los vellos, en un lunar que nunca antes habías visto.
Y todo esto sucede sin que la mente se perturbe, sin caer presa del miedo, sencillamente pasa y no hay nada que podamos hacer al respecto. Un momento único que sucede fuera de los limites de la voluntad propia, una transmutación, una fase que jamas puede ser parte de una rutina.






