Infancia

De niño siempre fui un chineado, hasta la fecha lo sigo siendo debo admitirlo, muy tranquilo, retraído y tímido. Fácil para ponerme a llorar sobre todo cuando por curioso me llevaba mis buenos guamazos, las cicatrices en la cabeza son testigos de ello.

Nunca fui de iniciar peleas ni egoísta, mas bien era el muñeco de pruebas de mi hermana quien tenia derechos exclusivos sobre mi integridad física y no lo pensaba dos veces para ya fuera darme buenos sopapos o embarcarme en alguna aventura en la que terminaba lesionado. Yo nunca cuestionaba si era seguro o no, nada mas le hacia caso a ella y mis papas sencillamente se rindieron al tiempo al tratar de que tuviera mas malicia o al menos sentido común.

No conservo muchos recuerdos de mi infancia y la mayoría no son tan buenos, algunos inexplicables como el día que mi abuela me dijo "con esa cara que tenes de grande vas a ser un delincuente, se te ve en lo ojos"... Se equivoco y no vivio lo sufiente para saberlo, sin embargo yo siempre lo supe.

Recuerdo que mi tío nos llevaba a todos los primos a Plaza Víques y nos compraba frascos de liquido rojo para hacer burbujas, nos llevaba al play, nos montaba en los caballos y jugaba con nosotros, esa fue siempre su satisfacción.

Los cuentos de mi otra abuela cuando nos quedamos a dormir en su casa, mi favorito era Rapunsel y ella lo contaba con tanto cariño y paciencia, algunas noches hasta tres veces con tal que nos durmieramos.

Hace 30 años la vida era mas sencilla, las cosas no importaban tanto, eran mas simples, no había tanta carrera, cada mañana era motivo de alegría sin ningún motivo aparente. Creo que ese entonces para acá me he llenado de muchas cosas la cabeza, no necesariamente buenas ni provechosas. Sin darme cuenta mi infancia quedo atrás hace mucho tiempo y aunque aun conservo muchas cosas dentro de mi... extraño mucho a ese niño que un día fui.

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