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miércoles, 24 de noviembre de 2010
las explicaciónes
lunes, 22 de noviembre de 2010
La perspectiva
La perspectiva es como una muleta que ayuda cuando el camino quiere convertirse en un colocho y llega cuando menos se le espera como un baldazo de agua fría. La detona cualquier evento, hasta los mas inusuales e impensables como un cristal que se rompe en caso de emergencia, solo que este no funciona con martillos ni puñetazos si no con razones.
viernes, 12 de noviembre de 2010
flores raras
miércoles, 10 de noviembre de 2010
el placer del trabajo
lunes, 8 de noviembre de 2010
Compromiso
lunes, 1 de noviembre de 2010
sábados de boli
La casa de Abuela era visita obligada los sábados. Alistarse tempranito sin quejarse. La idea era llegar antes del almuerzo de esa forma, creo yo, mi tata se podía desentender de nosotros que salíamos a corretear con los primos mientras él y los demás adultos se dedicaban al trago, el chisme y el los naipes.
Familia de nueve hermanos, siete de ellos casados, unos catorce primos hasta ese momento conformábamos la turba - había de sobra con quién jugar y con quién beber.
Todos los primos eramos chamacos - ninguno había sido iniciado en la mesa de los grandes, eramos un solo bloque escandaloso y destructivo que se movía compacto en el patio o al frente de la casa, nunca adentro pues rompíamos el ambiente guarero.
Desde el patio nos subíamos al techo de la casa, en el palomar, que quedaba justo sobre la sala, a unos 20 metros de altura, espiábamos a los grandes que se divertían sin intervenir en nuestras aventuras.
Únicamente nos llamaban cuando necesitaban voluntarios para ir a la pulpe a comprar la liga, botellita de ron, guarito y el paquete de cigarros - una época en la que don señor pulpero nos entregaba con una sonrisa en su rostro todo el abanico de vicios despreocupadamente.
Nos peleábamos por ser los elegidos, ya que traía implícita una comisión por flete que usábamos pa comprar confites y helados.
Conforme avanzaba la tarde el porcentaje de ganancia se incrementaba con relación al consumo de guaro - para las cinco de la tarde el hedonismo llegaba a tal nivel que hacíamos guerra de bolis en la acera, nos subíamos a las columnas del portón y jugábamos a lucha libre.
Un día de buena ganancia comprabamos ratones blancos para hacer carreritas en el pasillo de entrada, bichos veloces. El único cuidado era que no se escaparan por el caño o los huecos en la pared de madera - uno de cada tres lo lograba.
Algunas veces el único tío sobrio nos llevaba a jugar a Plaza Viquez. Nos compraba palomitas (siempre añejas...) y copos - en esas aventuras de figuras extrañas hechas de concreto que me encantaban trepar perdí mi gorra de naranjito -
Por ahí de las siete mi abuela sonaba la campana, no le gustaba acostarse tarde, uno a uno empujaba a la gente hacia afuera y cerraba la puerta sin un "hasta luego" o "que les vaya bien".
- Montese al carro huevos, nos vamos. decía mi Tata.
La ley en esa época por conducir borracho consistía era una cagadilla del tombo que terminaba muerto de risa con el viejo, su humor mas fino florece con el alcohol y de paso el cuñado de la secretaria también era tombillo, conocerlo era suficiente para hacerse de la vista gorda y dejarnos continuar.
Como a las ocho llegábamos a la casa, no había cena por que "todos estamos muy cansados", mi tata se encerraba en el cuarto a roncar poderosamente, la esposa aprovechaba para hacerle segundas y abstenerse de sus deberes maternos.
Mis hermanillos y yo veíamos al Gordo Porcel aprovechando el estado de inconsciencia adulta; luego a dormir y esperar una semana para el siguiente sábado de primos, helados y bolis.
foto: www.istockphoto.com/