Es
un asunto al que le perdí fe hace mucho tiempo por que por un lado cualquier
época es buena para trazarse una meta, cambiar de actitud, buscar estar mejor o
emprender un nuevo proyecto y por otro lado la experiencia me ha demostrado que
ese fuerzon que agarro a final de año se diluye rápidamente en los primeros
meses del año.
La
vida es como un trompo, en un momento estamos viendo hacia un lado e
inevitablemente nos gira y hace ver hacia otro, entonces hay que adaptarse y
saber seguir la corriente aprovechando lo mejor de cada momento, sacando-le el
jueguito a la vuelta.
En
vez de propósitos prefiero adoptar y reforzar una actitud hacia la vida que en
términos generales me ayude a llegar donde quiero, algo que afecte a todo lo
demás inyectando dosis necesarias para mantener el objetivo a la vista y
sobretodo evitar los problemas.
Esa
actitud positiva tiene que atacar a las negativas e ir cercenando-las hasta
amputarlas de raíz. Por ejemplo en mi caso necesito ser mas paciente, positivo
y menos chichoso, de esa forma si lo aplico día a día se va a ver reflejado en
mi forma de ser y se manifestará a nivel general.
El
resultado puede ser cualquiera pero el viaje lo voy a disfrutar mas.
Muchos
tomamos los propósitos en chingue, parte del vacilón de fin de año pero es algo
que debemos plantearnos cada día y tomarlos en serio. Se puede estar mejor, mas
arriba, a la derecha o a la izquierda pero para lograrlo hay que trabajar todos
los días en uno, invertir amor propio que el horizonte se expande solo. Mantenernos
enfocados en lo propio y no en lo ajeno.
Buena
nota.